Desde que comenzamos el trabajo
celular en 1986 se estableció que en las reuniones de células no se debía
permitir el uso de los dones del Espíritu a menos que estuviese presente un
pastor. Dado que las células se multiplicaron rápidamente, cada vez fue más
difícil que un pastor pudiese estar presente en cada célula. Eso llevó a que,
en términos prácticos, los dones del Espíritu quedaran fueran del programa de
la célula. Es decir, que por más de 25 años el hablar en lenguas, interpretar
lenguas, profetizar y el ejercicio de los demás dones quedó suprimido. Por esa
causa, el tiempo de las alabanzas se convirtió en el punto inicial del programa
nada más.
No obstante, después de varios
años reflexionando en el tema, llegué a la conclusión que habíamos dejado fuera
de nuestro sistema un importante componente del culto cristiano y las mejores
herramientas para la edificación del cuerpo de Cristo. Conversé sobre el tema
con los pastores de distrito de nuestra iglesia y llegamos a la conclusión que
lo mejor era abrir la puerta para el ejercicio de los dones del Espíritu en las
células. El aspecto del orden dentro de ella se conservaría de la misma manera
que Pablo lo conservó: por la instrucción.
En nuestra pasada conferencia
anual para líderes y supervisores, hice una presentación del tema y se entregó
a los hermanos la instrucción necesaria para el buen uso y regulación de los
dones. Pero, lo más importante es que se les animó a procurar la manifestación
de los dones en la célula. Dentro del programa, no hay duda que el Espíritu
Santo puede manifestarse cuando lo desee. Pero, el momento más propicio es
durante la alabanza. En los últimos meses, el tiempo de alabanzas ya no es más
un punto del programa. Hoy es un momento cuando se construyen las condiciones
para que el Espíritu Santo pueda manifestarse. Eso hace que la alabanza se
vuelva viva y muy sentida. Las células han recibido una renovación desde el
momento mismo en que inicia el programa pues las personas están hoy ansiosas de
lo que el Espíritu Santo hará.
The songs in the cell.
Since we started the cell work in 1986 it was
established that it wouldn’t be allowed the use of the gifts of the Spirit in the
cell meetings unless a pastor was present. Because cells multiplied rapidly, it
became increasingly difficult for a pastor to be present in each cell. In
practical terms, that led the gifts of the Spirit out of the cell program. This
means that for more than 25 years speaking in tongues, the interpretation of
tongues, prophecy and the exercise of the other gifts were suppressed. For that
reason, the time of praise became the starting point of the program and nothing
more.
However, after several years reflecting on the
subject, I concluded that we had left out of our system an important component
of the Christian worship and the best tools for building up the body of Christ.
I talked about the issue with our church’s district pastors and we concluded
that it was best to open the door to the exercise of the gifts of the Spirit in
the cells. The aspect of the order within the cell would be preserved in the
same way that Paul preserved it: by the instruction.
In our last annual conference for leaders and coaches,
I made a presentation on the topic and gave the necessary instruction for the
proper use and regulation of the gifts to the brethren. But most important, we
encouraged them to seek the manifestation of the gifts in the cell. There is no
doubt that within the program the Holy Spirit can manifest itself when He
pleases. But the best moment is during praise. In recent months, the time of
praises is not a point in the program anymore. Today is a time when conditions for
the Holy Spirit to manifest are built. That makes the praise become alive and
deeply felt. The cells have received a renewal from the moment the program
starts since today people are anxious of what the Holy Spirit will do.
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